Cuando César Gaviria eliminó la cátedra de historia de Colombia en el año 1994, se le negó a la juventud de ese entonces conocer como se formó nuestro país fusionando eso junto a las ciencias Sociales. En 2017 esto regresó después de que Juan Manuel Santos decretara de manera independiente como una asignatura en final de ese mismo año.
Calculo que el 95% de los colombianos no sabe mucho de la historia de Colombia, debido a su fanatismo por la secta del uribismo desde que llegó en el año 2002. Muchos sabemos eso porque entre esos personajes que prefieren tener armas a tener libros, tener una AK47 a tener una maleta llena de cuadernos en la espalda, a ir a una biblioteca a entender y conocer la historia de como fue fundada y que sucesos ocurrieron en pasados, pero escogieron el camino del narcotráfico y del asesinato de personas estudiosas, humildes y con argumentos.
La historia les ha enseñado a estos colombianos que es mejor ser un “traqueto” que un profesor, que es mejor ser un tinterillo que un doctor en ciencias sociales y políticas, el gobierno se dedicó a destruir la memoria y la historia de su propio país con el fin de que no se organicen y haya una revolución. De ese mismo tema yo ya había hablado, pero ustedes los colombianos abstencionistas y conformistas no están listos para leer, entender la historia y entablar una conversación por la falta de estudio que tienen luego de ser subyugados a la dictadura de un enano paramilitar.
Así es, después de 1994 el estudiante colombiano nunca más supo sobre la historia de su país, en algunos colegios si se dieron las clases de historia, pero en otros la ignoraron y prefirieron hablar de la historia universal. Eso lo sé porque yo lo viví durante toda mi vida estudiantil, y prefería estar en una biblioteca o en un arcade de The King Of Fighters 2002 a quedarme bailando como un animal una música sin sentido y en donde la mayoría de mis compañeros terminaron embarazados y embarazadas, “triste” para ellos porque no les importó el estudio pero escogieron ser malos e ilusionar adolescentes de catorce y quince con el fin de dejarlas con lo que ellos engendraron.
Sin embargo, el colombiano dejó a un lado el estudio para ponerse a trabajar sin siquiera saber como los liberales y conservadores en lo que lleva Colombia de fundada no ha hecho más que atrasar al país y ocasionar guerras civiles entre ellos. Cuando José Manuel Marroquín Ricaurte el 3 de noviembre de 1903 dejó perder a Panamá para que luego ellos se independizaran y así el gobierno estadounidense dirigido por el entonces Presidente de EEUU Theodore Roosevelt trataba de bandidos ineficientes, corruptos, pequeñas criaturas entre otros insultos, no por el complot urdido que organizaron los separatistas panameños, sino por el incumplimiento que los colombianos hicieron al pactar con compromiso con alias “El Águila”.
Ese mismo colombiano que no sabe que Antonio Nariño siempre supo la clase de oligarcas que había a su alrededor a principios de los 1800 donde en cada carta manifestaba control de las emociones sin necesidad de acudir a la ira, utilizando solo su olfato logró cosas importantes como los derechos del hombre en 1793 teniendo solo 28 años. Se olvidaron de la Guerra de los Mil Días ocurrido entre 1899 y 1902 durante el mandato de Marroquín, en donde se dice que diez mil víctimas perecieron de ese acto pero no hay prueba suficiente para respaldar ese argumento, el colombiano olvidó es aparte de la historia que después de ese suceso las élites se desorientaron y dejaron a un lado la contabilización económica y la vindicación del escepticismo en la democracia política de Colombia. Esos mismos que se negaron a ser inyectados por la vena de la literatura costumbrista de hace cincuenta años atrás (1850).
Esos colombianos que hoy en día no saben nada de su historia se acostumbraron a vivir conformes y arrodillados ante unos personajes que vieron como enterraban a Rafael Uribe Uribe en 1914 en Bogotá y otros que prefirieron guardar silencio por el poderío norteamericano trabajando en sus empresas mientras unos pocos estrenaban el avión, usaban el tranvía y tenían que movilizarse en carrozas mientras vivían entre establos y gallineros. Olvidaron obras importantes como La María de Jorge Isaacs, olvidaron los poemas de José Asunción Silva, la revolución de Policarpa Salavarrieta y el ingenio matemático de Julio Garavito.
Todos ellos ahora plasmados en los billetes que sacaron a inicios de 1999 hasta nuestros días… Pero eso ni los celadores que tienen un título de bachiller saben algo de la historia de su país. ¿Me equivoco? Ni los tibios saben de historia porque empiezan a polarizar todo a su alrededor creyendo que tienen la razón. Y al mismo tiempo son unos mentirosos con sus discursos de que todo debe ser color de rosa y diciendo frases de motivación sabiendo que eso solo le sirve a esas personas que sufren de derrotismo, pero ni eso es suficiente. ¿Verdad?
Pero no, el colombiano promedio que sale del colegio para empezar a trabajar entra en el área del sectarismo, en donde el pesimismo manipulaba al trabajador poniendo obstáculos y atrasándolo para que olvide lo que aprendió en el colegio. Es así y ustedes no lo pueden negar. Trabajar para negreros miserables que dejaron el conocimiento de la historia a un lado para ser imbéciles amantes del trabajo y la esclavitud laboral. Y sí, lo peor de todo es que desde la década de 1910 el racismo ha sido un factor en la sociedad hasta nuestros días donde oligarcas miserables prefieren tener amistades con españoles e italianos que con mulatos, afrocolombianos e indígenas.
Durante doscientos años han gobernado Liberales y Conservadores, y los vasallos del uribismo criticando a los sectores de la izquierda progresista que queremos un cambio y que se pueda estudiar la historia de Colombia tal y como debe de dictarse. Pero para sociópatas como Álvaro Uribe Vélez, Paloma Valencia Laserna, Charo Guerra de la Espriella, María Fernanda Cabal, Carlos Felipe Mejía Mejía, Paola Holguín entre otros se niegan a que ese colombiano que tato manipula cada cuatro años con su extinto discurso del “Castrochavismo”. Y se observa como jóvenes como Laura Estefanía Medina Ruiz, Natalia Bedoya Rendón, Josías Fiesco Agudelo (este que cree “joven”), Andrés Portillo logran tergiversar la historia a su manera para así creer tener la razón a través del Síndrome de Dunning-Kruger.
En el norte de Bogotá no aprender historia, a la mayoría de ellos les enseñan a ser gomelos, aporófobos y ser miserables con las sirvientas con las sus padres trabajan, y sé bien que van a negar esa parte de la historia. Aprenden a discriminar la historia y tratan mal la memoria de Jorge Eliécer Gaitán y a Luis Carlos Galán Sarmiento para defender la memoria de Pablo Escobar Gaviria y el estatuto de “seguridad” del turco incestuoso de Julio César Turbay Ayala, ¿cierto? Por eso prefieren discriminar a los indígenas, ya que para ellos son seres inferiores que no merecen vivir.
Hay temas interesantes que debemos estudiar acerca de la historia de Colombia, por ejemplo él como profesores alemanes protestantes daban clases en colegios normales entre los años 1870 y 1876, pero todo cambió cuando aparecieron sociedades católicas empeñadas en impedir la aplicación de leyes y que se hizo eco entorno a una cruzada donde se dio un conflicto entre obispos para así ejecutar un saboteo sistemático en Popayán, Pasto y Pamplona. Como siempre, la iglesia metiendo sus narices donde no los llama, por ellos es que el país vive arraigado ante las mentiras de unos pederastas que quieren mantener su poderío manipulando mentes y saboteando a personas inteligentes con sus calumnias y mentiras.
Más de cuarenta años atrás, un hombre llamado Alejandro Ordoñez Maldonado organizó una quema de libros escritos por Gabriel García Márquez, Marx, Rousseau, y algunas revistas de contenido pornográfico ya que lo consideraba un “acto pedagógico”. Personas como él, fanáticas a la religión, son los que tienen sumido a Colombia en el atraso histórico. Muchos de los viejos fueron adoctrinados ya que ellos eran los que ponían nombres de santos raros de quien se va a acordar de ellos luego de muertos, y todo eso cambió cuando estaba en su primer período presidencial el señor Alfonso López Pumarejo y en ese tiempo se fundó la Registraduría Nacional del Estado Civil en el país y así quitarle poder a la iglesia católica. Estoy seguro de que más de uno tuvieron abuelos con nombres raros, ¿cierto?
Lo peor, es que el colombiano no conoce de historia pero defiende a los descendientes de esos oligarcas que los han robado durante dos siglos. Por ejemplo, los fundadores del Partido Conservador quien al mismo tiempo son familiares de Vargas Lleras, quienes descienden los señores Germán Vargas Espinosa, Clemencia Lleras de la Fuente, Alberto Lleras Camargo, conocido por participar en la masacre de los Gaitanistas, Carlos Lleras Restrepo y su nieto materno Germán Vargas Lleras, conocido por todos como “Coscorrón”.
Su miembro más famoso es Luis Vargas Tejada, ese mismo que conspiró contra Simón Bolívar. Este mismo personaje fue el causante de que él y Francisco de Paula Santander pelearan. Ellos eran amigos y ninguno se traicionaría entre sí, algo que la serie de Caracol Televisión no expuso en la bionovela del Libertador. Maldita sea la sangre de esos descendientes de este personaje que la maldad la tenía hasta en los tuétanos y que murió ahogado en un río en 1829. Y ahora podemos reclamarle por lo que hizo su ancestro al ex-vicepresidente de Colombia que ha sobrevivido a varios infartos.
Nunca sabremos que Ospina Vásquez se casó con Lleras para dar a luz al expresidente que recibió al aquel entonces presidente John F. Kennedy el 17 de diciembre de 1961, ¿no es así? Este tipo de datos es el que el colombiano promedio, ese que es mentiroso, borracho y ladrón debería de estudiar pero prefiere vagar como el mendigo que es y al mismo tiempo siendo un bueno para nada que siempre dice que el estudio no le sirvió de nada. Olvidando las enseñanzas de Francisco de Miranda, la sabiduría de Francisco José de Caldas, el quien estaba detrás del Bogotazo luego del asesinato de Gaitán, fue Mariano Ospina Pérez, quien se negó a soltar el poder y evitar que el caudillo en 1948 llegara a la presidencia, sucediéndolo el señor Laureano Gómez luego de su asesinato.
Y saldrán algunos contradictores a decir que es mentira, que lo que se escribió son argumentos de un mamerto resentido que nunca pasó por un colegio. Por lo menos yo estudio la historia sea de Colombia o del extranjero pero el pasado no se puede cambiar y eso es algo que nadie hacer, borrarla. Pero sabemos que el uribismo es bueno para limpiarse las manos cuando se trata de recordar el pasado que ellos han creado durante masacres, genocidios, paramilitarismo y falsos positivos.
Entonces colombianos, ustedes prefieren seguir alabando el himno nacional que compuso Rafael Núñez pero en el extranjero seguir insultando los símbolos patrios porque su falta de intelecto los hace creerse superiores. Tantos acontecimientos han ocurrido desde la Provincias Unidas de la Nueva Granada hasta lo que conocemos hoy como “República de Colombia” porque ya muchos de nosotros que apoyamos y somos de la Colombia Humana, es obvio que ya no hay tal república, la democracia ya no existe aquí y solo hay una dictadura. Somos conscientes de que nosotros debemos de estudiarla, antes de quemar ciertos libros y cierren las bibliotecas para que la secta uribista controle a voluntad la mentalidad de los colombianos.
Si estuviéramos todavía como La Gran Colombia, estos sucesos no estarían sucediendo, lamentablemente las acciones de personajes como Vargas Tejada y otros personajes, provocaron su separación en 1831. ¿Ahora entienden el porqué debemos estudiarla? Existen muchos motivos para comprender el pasado de nuestros ancestros por más que no fuera la mejor. Y hay que dejar en claro que un venezolano fue quien nos dio la libertad en 1819 llamado Simón José de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios Ponte Andrade y Blanco quien tuvo su título de Libertador en 1813.
Recordar que Bolívar y Santander fueron amigos y entre las sombras conspiraron para que se separaran, estudien y verán la diferencia. Y es ahí cuando la tiranía se hace ley, la rebelión es un derecho.
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