Una historia que pocos conocen debido a que llenaron su cabeza de mentiras, y hoy estoy aquí para traerles la verdad que los mismos de siempre han querido evitar por más de 200 años. Una historia entre un general y una bella mujer.
Recuerden colombianos que siempre habrá personas tibias haciendo parte de las bodegas que no permitirán que ninguno de ustedes estudie la historia de su propio país y evitar que haya neurogenesis, unión y revolución. Bueno, esto va más allá de una pelea niños que lo hacen por una paz que hemos estado pidiendo por siglos y esto venía acercándose desde el año 1810 y el señor José venía siendo el jefe político y militar del cantón de Funza. Por esta y otras razones, planteó a Francisco de Paula Santander la posibilidad de realizar festejos en dicha población dígase municipio, que por ser antigua capital de los Zipas era ideal para conmemorar el nacimiento de la nueva república.
De este modo fue que empezaron a hacer los preparativos como por ejemplo, la construcción de un tablado en la plaza mayor del pueblo adonde muchos empezaron a enviar desde alfombras, canapés, taburetes, mesas y muchas otras cosas ocho días antes de aquella velada; y se dice que llegaron muchos muebles que parecían no tener cabida en el pueblo. También se cuenta que Bogotá quedó literal y prácticamente vacía aquel 20 de julio de 1820, y ya que no hubo nadie que quedara fuera de dicha fiesta. Cuando llegó el momento crucial, don José Domínguez presentó su obra magna y luego de su exposición recibió una ovación increíble por parte del público asistente, que se deshizo en llantos y en aplausos.
El éxito fue tal, que el propio Santander fue quien solicitó que la obra se volviera a presentar en Bogotá. Y en efecto, volvió a escenificarse pocos días después con el motivo de haberse dado la celebración del 7 de agosto, día del aniversario de la batalla de Boyacá. El escenario fue el Coliseo Ramírez, donde era el principal y el único teatro de la ciudad bogotana. Nuevamente el éxito fue apabullante. De hecho, la gente aplaudió por cerca de veinte minutos y la hermosa actriz que interpretó a Policarpa Salavarrieta “La Pola”, fue aclamada como la mejor de esa época.
A causa y gracia de esos montajes, tres veces lo que significa que un ritual hecho a Santander lo dejó bendecido. La historia continua y a petición del público, pasaron seis años de ese éxito y en 1826, para ser más precisos ante este hecho se preparó una nueva versión de la obra sobre la Pola que llegaría a ser representada en la gallera vieja de la capital, en la carrera 9a entre las calles séptima y octava. Anocheció y llegando el reestreno, todas las localidades quedaron agotadas, y a su vez el público esperaba con ansias que el telón subiera y así dar inicio a la función. Todos allí se conocieron, Simón Bolívar era líder y ayudaron al señor José Hilario López. Esto dio como significado que la obra dio comienzo en 1820, y que esta misma ya cumplió 200 años y han habido varios giros en la trama. En otros tiempos era choque a muerte de 4300 contra menos de 3000 o 4000 mil soldados que usaban únicamente lanzas y pocas armas fulminantes, alias de disparo.
Retornen ya que no hay tal celebración mientras se libran guerras y el enemigo ataca sin piedad alguna. Se reagruparán muy pronto y las guerrillas se multiplicarán mucho más y habría cientos de ellos. Pero ustedes recuerdan todavía el golpe septembrino de 1828, ¿verdad? Ha pasado mucho tiempo desde ese tiempo en el que el personaje de apellido Vargas quería asesinar a Bolívar. Por otro lado, Rafael Pombo el escritor, quien desciende de familias godarrias y tuvo la intención de matar a Hilario López y de paso a matar al señor Obando, Pero el general José María Córdoba salva a ambos y todo por cuenta de ella (una mujer), librando así una batalla tarqui que es crucial. Para ello, Bolívar los perdonó y les ofreció protección,
Obando y López asumen responsabilidades y piden que sus vidas sean respetadas y las de sus seres queridos. Esas solicitudes son cumplidas al pie de la letra. Cuando Bolívar volvió a Pasto después de ejecutar una masacre, la vida de sus amigos es respetada, a lo que uno se refiere es que sabía de que los criollos volverían y para empeorar las cosas, todos estaban ocupados deteniendo a los peruanos y tenía encima a todos los descendientes traidores después de haberse firmado por encima de ellos el acta del 20 de julio de 1810.
Por el momento, Antonio Nariño le dijo antes de verse con ellos volverían por nosotros. Simón Bolívar lo dudaba pero era real, el señor Joaquín Mosquera iría por cada aliado de la Gran Colombia. Lo pudo haber intentado pero el libertador los protegió y los estaba alejando del peligro, lo que nos da a entender que la señora Manuela Sáenz tuvo que ver con esas decisiones, dando a entender que Santander, Bolívar y ella estuvieron detrás de los asientos de atrás en aquel sueño Sí, Manuelita y Santander tuvieron una relación y fueron amantes.
Quizá la mencione ahora los logros que ella adquirió en vida. Y explicando la unificación que ellos lograron. Aquí las palabras que Santander le dijo a Manuelita Sáenz luego de decirle que la amaba:
“No eres la persona que caminaría al lado mío… Cuando estaba ahogándome en la oscuridad absoluta… Ella siempre fue la que iluminó el camino de mi vida… porque eso es lo que hace un sol”.
E incluso yo iré a limpiar el honor de la persona que me entregó a la mujer más bella del mundo, Simón Bolívar, yo crearé un diario para que veas la gloria de Bolívar y te sientas feliz para que nadie hablara mal de él. He puesto esto en reserva para que nadie encuentre la relación. Palabras más, palabras menos; y así entendiendo como fue que Santander se dio cuenta de que estaba siguiendo los mismos códigos morales estúpidos del señor Fermin Vargas por conservar una esposa inmunda e inservible y dejó a la mujer que amaba en la cárcel, no iba a dejar pasar esta oportunidad para lograr una oportunidad que tanto había estado esperando, una felicidad real.
“Si pudiera hacer con mi sangre que las cosas volvieran al estado anterior, no lo ahorraría para verte feliz otra vez”. Palabras de Manuelita Sáenz.
Santander la describe de la siguiente manera: Una diosa bajó de los cielos y se enamoró del general y de Bolívar, y prefirió hacer su jugada maestra, pidiéndole a Rafael Urdaneta mover a todos sus aliados falsos y verdaderos de Simón para que atacaran a José Mosquera; por algo ese último quedó ciego. Ella como una idiota le hizo creer que lo amaba, cuando él le puso los cuernos con cualquier otra mujer y simplemente ese era un idiota de cuarta, luego Francisco me contó un trauma que tenía Bolívar, y este era que no podía superar la muerte de su primera esposa.
Un año después, los llamados realistas volvieron al poder y los independentistas fueron encarcelados. Siendo 2 de agosto de 1810 hubo un intento de sublevación para liberarlos, pero todos sus patriotas fueron asesinados, haciendo que la matanza se extendiera en las calles y murieran 300 personas. Esa barbarie marcó a Sáenz y determinó su repudio, rechazo y odio hacia los españoles. No a cualquier mujer le gustaba estar encerrada, quería ir a conocer el mundo y ver como cambiaría y de eso despreciaba a los ingleses, su hediondo olor le da asco total y lo ha repudiado desde entonces.
Bolívar lo trataba como a un soldado, era algo obvio que no lo miraba como era realmente, y ella en su afán quiere corresponder y someter a la locura de ser solamente un soldado y deja de ser una mujer, obedeciendo a una autoritaria y total sumisión y honradez sin saber que luego lloraría una vez más. Cuando ella vio a Santander muy enfermo, empezó a llorar sin entender por qué y es ahí cuando Bolívar estaba a su lado y no derramó ni una lágrima por él. Manuelita lloraba al ver al hombre de su vida herido y muriéndose por los traidores que controlaban a Bolívar. Ella con sus manos logró sacar a Santander de ahí. (Por algo he dicho que el amor es una debilidad).
Días antes del 25 de septiembre de 1828, los conjurados pensaron en matar al libertador en un baile de máscaras en el coliseo (hoy en día el teatro Colón). Santander había estado en cama, a causa de sus cólicos, en ese año muy frecuentes, sin duda por los tabardillos que le hacían tener. Después del mediodía estuvieron tres señores que fueron a visitarlo, y fueron recibidos en su alcoba, acostado. Cuando se retiraron, comenzaba a oscurecer. El general me hizo llamar, me pidió que le llevara agua caliente para afeitarse y pidió que su ropa estuviera arreglada para él ya levantarse.
Lo atendí y le ayudé a vestirse. Y faltando minutos para que fueran las ocho de la noche salimos a la calle. En ese tiempo estábamos viviendo transitoriamente en el barrio San Juan de Dios, la casa era propiedad del doctor Salvador Camacho, padre del doctor Salvador Camacho Roldán. (Situada en la calle 12, la tercera casa a partir de la carrera 10 y subiendo a mano izquierda). Sin duda alguna, el general se sentía mal en la noche oscura y fría, se apoyaba fuertemente en mi brazo, se secaba con frecuencia el sudor en la frente. Cuando llegaron a la puerta del coliseo, estaba muy iluminado y se veía bastante gente ingresando al lugar disfrazados con máscaras y caretas, se debían descubrirse ante don Ventura Ahumada, jefe de la Policía que estaba parado en la puerta. El general iba a entrar embozado en su capa, pero Don Ventura preguntó:
- ¿Quién va?
- Él respondió: “Santander” bajando el embozo.
Don Ventura se hizo a un lado contestando:
- Vuestra excelencia excuse y sírvase seguir.
- ¿Ya llegó el libertador?
- Acaba de llegar, está adentro.
Suponiendo que Santander luego de haber ingresado al recinto, pensó esta frase:
“De eso se trata el orgullo, bestia”.
Pero no, no lo hizo debido a su estado de salud. Los palcos ya estaban llenos de familias concurrentes. Un escenario arreglado para las altas autoridades, no estaba del todo ocupado. La orquesta en su sitio habitual, preludiaba una contradanza. En el patio, despejado para salón de baile, se encontraban numerosos grupos de pie; en uno de ellos estaba rodeado de ministros, magistrados y diplomáticos, estaba ahí el Libertador hablando con animación. El general me ordeno me situara en un lugar no muy lejano, donde él me alcanzara a ver, para lo que ocurriera.
Bueno, he aquí la verdad colombianos. Y como se ha dicho antes la verdad siempre será expuesta.
Esta historia continuará...
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